Se trata de un corto
cinematográfico protagonizado por una actriz Sordociega. El corto empieza con
una pantalla de título blanca en la que se lee “Clara”, escrito en letras
negras. De fondo, se oye la música de un piano.
El corto está subtitulado, para
la presente transcripción se utilizarán los textos íntegros.
De la pantalla de título hay un fundido a unas imágenes de un hombre tendido en la cama de un hospital, abatido y con la mirada perdida. Se oye un diálogo que tiene lugar fuera de la habitación, en el pasillo, entre el doctor y la madre del hombre encamado.
Doctor: “La lesión medular de su hijo le obligará a usar silla de ruedas. Y su
actitud de no colaboración no es recomendable, aunque es una fase habitual en
pacientes que se enfrentan a su nueva condición física. Va a ser muy duro pero
nosotros estamos aquí para ayudarle”.
Madre, antes de entrar a la
habitación: “Gracias, doctor”.
La madre y el doctor entran a la
habitación y éste se dirige al paciente: “Bueno,
hoy empiezas a ir a rehabilitación, y no voy a consentir que te niegues. Tu
actitud está destrozando a tu madre, así que debes hacer lo que te digamos para
que mejores tu condición física, ¿entendido?”.
El hombre sigue sin inmutarse. No
responde.
Doctor: “¿Entendido?”.
La madre no aguanta más y sale de
la habitación, justo en el momento en el que entra una auxiliar con una silla
de ruedas. Al ver la silla de ruedas, el hombre encamado intenta moverse, sin
éxito.
La imagen cambia y muestra un
momento diferente. El hombre encamado intenta moverse, pero no puede. En ese
momento, entra otro auxiliar en la habitación y se dirige al paciente,
llamándolo Luís.
Auxiliar: “Buenos días, Luís. ¿Qué, con ánimo de empezar tu sesión de
rehabilitación? Venga… que nos vamos… ¡arriba!”.
Luís sigue sin contestar, así que
el auxiliar acerca la silla de ruedas a la cama, le destapa y le ayuda a
incorporarse en la cama y a sentarse en la silla después. Luís sigue sin
moverse.
Auxiliar: “Venga, campeón. Ahí voy. Venga, Luís, que te interesa ir colaborando y
aprender a sentarte en la silla de ruedas. Venga, abajo”.
Sentado en la silla, Luís dirige
una mirada al auxiliar pero no hace nada más. El auxiliar le coloca las piernas
en los apoyos que tiene la silla de ruedas.
Auxiliar, tras un suspiro: “Esto es un momentito… Y ya está. ¡Venga!
¡Arriba!”.
Una vez colocado en la silla de
ruedas. El auxiliar y Luís abandonan la habitación. En la siguiente escena,
Luís aparece tumbado en una camilla mientras una fisioterapeuta, que lleva unas
gafas oscuras, le practica los ejercicios de la rehabilitación.
Luís no colabora con la
fisioterapeuta y aparta sus manos cuando la mujer intenta trabajar con ellas.
La fisioterapeuta pasa, entonces, a trabajar las piernas para volver, al rato,
a probar con las manos de Luís. Éste vuelve a tratar de evitar a la
fisioterapeuta, pero ella le sujeta las manos y se las pone sobre la camilla, a
los lados del cuerpo.
Luís, con gesto de dolor: “¡Me haces daño!”.
La fisioterapeuta empieza a
trabajar con la mano derecha de Luís, tratando de relajar el agarrotamiento que
tiene. Luís levanta su mano izquierda pero, en el momento en el que quiere
apartar las manos de la mujer, ésta vuelve a colocársela sobre la camilla con
un gesto algo brusco.
Mientras la fisioterapeuta sigue
con los ejercicios, ahora con una pelota, Luís descarga su cabreo sobre ella.
Luís, alzando la voz: “¿De qué vas, cabrona?, ¡No me toques! Muy
dura tú con esas gafas negras que llevas… ¿Qué pasa, tienes los ojos torcidos?
¡Suéltame… suéltame, coño!”.
Luís forcejea, revolviéndose en
la cama, pero la fisioterapeuta lo vuelve a colocar en su sitio, con firmeza.
Las siguientes imágenes nos
muestran otro momento en el que el auxiliar ha dejado a Luís en la sala de la
consulta de fisioterapia y se despide de él, llevándose la silla de ruedas.
Auxiliar: “¡Hasta luego, Luís!”.
Luís le dedica un feo gesto,
alzando su mano y levantando, únicamente, el dedo corazón. El auxiliar sonríe.
Auxiliar: “¡Ves como cuando quieres puedes moverte!”.
El auxiliar sale de la sala,
quedando sólo Luís. En ese momento entra la fisioterapeuta de las gafas
oscuras, recorriendo con sus manos, el hombro y el brazo de Luís, hasta llegar
a las manos. Bajo la atenta mirada de Luís, la mujer inicia los ejercicios de rehabilitación,
poniéndole una pelota en la mano izquierda.
Mientras se vuelve a oír una
música de piano, una imagen en cámara lenta nos muestra cómo Luís deja caer su
brazo hasta la camilla, soltando la pelota, que rueda hasta caer al suelo.
La siguiente imagen nos muestra a
Luís con mucho mejor aspecto. Ya ha pasado algo de tiempo y está más
recuperado. Aparece echado en la camilla, con sus gafas y jugando a lanzar la
pelota de los ejercicios de rehabilitación entre sus manos.
Aparece el auxiliar, que se acerca a la cama. Luís le pregunta por la fisioterapeuta.
Luís, con cara de extrañeza: “¿Y Clara?”.
Vemos un fundido a blanco.
Las siguientes imágenes muestran
a Luís, lanzando la pelota contra la pared de su habitación para recogerla
después, una y otra vez. Volvemos a oír la música del piano y vemos a Luís
serio, algo triste. Deja de jugar con la pelota y se dirige con su silla de
ruedas hacia la puerta. Sale de la habitación y le vemos recorriendo el
pasillo.
Cambia la imagen y vemos a un
grupo de auxiliares, entre los que está el hombre que siempre ha acompañado a
Luís y otras dos mujeres, hablando entre ellos.
Una de las mujeres está diciendo:
“Cómo no me van a pagar los días que me
deben Me voy el fin de semana a Benidorm porque ya estoy harta… ”.
Luís pasa, en la silla, frente a
los auxiliares y frente a unas personas que esperan sentadas en unas sillas.
La siguiente imagen nos muestra a
una persona leyendo un libro en Braille.
Volvemos a ver a Luís, que ha ido
en la silla hasta la sala de fisioterapia. Abre la puerta de un despacho y
saluda a la fisioterapeuta.
Luís, con una sonrisa: “¡Hola, Clara!”.
Clara, siempre con sus gafas
oscuras, es la persona que leía el libro en Braille. Mientras lee, Luís sigue
hablándole.
Luís, ahora emocionado y con la
voz algo entrecortada: “Clara, ya sé que
he sido un hijo de puta, pero quería decirte…”.
Clara no responde ni se inmuta
ante las palabras de Luís. Éste se acerca hacia la mesa en la que está leyendo
la fisioterapeuta.
Luís: “¡Clara! Debe ser muy interesante lo que lees…”.
Muy cerca de Clara, Luís la
observa mientras lee y, al final, pone su mano sobre el hombro de ella. En ese
momento, Clara se gira y le coge de las manos.
Luís: “¡Clara!”.
Clara recorre los brazos de Luís,
reconociéndole. Al final, se dirige a él en lengua de signos.
Clara: “Hola, Luís, ¿cómo estás?”.
Luís, visiblemente emocionado,
por fin entiende que Clara es una persona Sordociega.
El corto acaba con un fundido a
negro y un texto a modo de epílogo.
Epílogo: “Clara Mª Victoria es Sordociega total. Nació sorda. A los 13 años se
quedó ciega y ese suceso sí que marcó su vida. Poco a poco comprendió que, aún
siendo ciega, podía hacer muchas cosas: seguir estudiando, ser útil a los
demás, leer y ampliar su vocabulario lo más posible, y también aspirar, por qué
no, a un puesto de trabajo que le hiciera sentirse realizada”.