46. Pelicula "Clara" Sordociega


 
Se trata de un corto cinematográfico protagonizado por una actriz Sordociega. El corto empieza con una pantalla de título blanca en la que se lee “Clara”, escrito en letras negras. De fondo, se oye la música de un piano.

El corto está subtitulado, para la presente transcripción se utilizarán los textos íntegros.

De la pantalla de título hay un fundido a unas imágenes de un hombre tendido en la cama de un hospital, abatido y con la mirada perdida. Se oye un diálogo que tiene lugar fuera de la habitación, en el pasillo, entre el doctor y la madre del hombre encamado.

Doctor: “La lesión medular de su hijo le obligará a usar silla de ruedas. Y su actitud de no colaboración no es recomendable, aunque es una fase habitual en pacientes que se enfrentan a su nueva condición física. Va a ser muy duro pero nosotros estamos aquí para ayudarle”.
 
Madre, antes de entrar a la habitación: “Gracias, doctor”.

La madre y el doctor entran a la habitación y éste se dirige al paciente: “Bueno, hoy empiezas a ir a rehabilitación, y no voy a consentir que te niegues. Tu actitud está destrozando a tu madre, así que debes hacer lo que te digamos para que mejores tu condición física, ¿entendido?”.

El hombre sigue sin inmutarse. No responde.

Doctor: “¿Entendido?”.

La madre no aguanta más y sale de la habitación, justo en el momento en el que entra una auxiliar con una silla de ruedas. Al ver la silla de ruedas, el hombre encamado intenta moverse, sin éxito.

La imagen cambia y muestra un momento diferente. El hombre encamado intenta moverse, pero no puede. En ese momento, entra otro auxiliar en la habitación y se dirige al paciente, llamándolo Luís.

Auxiliar: “Buenos días, Luís. ¿Qué, con ánimo de empezar tu sesión de rehabilitación? Venga… que nos vamos… ¡arriba!”.

Luís sigue sin contestar, así que el auxiliar acerca la silla de ruedas a la cama, le destapa y le ayuda a incorporarse en la cama y a sentarse en la silla después. Luís sigue sin moverse.

Auxiliar: “Venga, campeón. Ahí voy. Venga, Luís, que te interesa ir colaborando y aprender a sentarte en la silla de ruedas. Venga, abajo”.

Sentado en la silla, Luís dirige una mirada al auxiliar pero no hace nada más. El auxiliar le coloca las piernas en los apoyos que tiene la silla de ruedas.

Auxiliar, tras un suspiro: “Esto es un momentito… Y ya está. ¡Venga! ¡Arriba!”.

Una vez colocado en la silla de ruedas. El auxiliar y Luís abandonan la habitación. En la siguiente escena, Luís aparece tumbado en una camilla mientras una fisioterapeuta, que lleva unas gafas oscuras, le practica los ejercicios de la rehabilitación.

Luís no colabora con la fisioterapeuta y aparta sus manos cuando la mujer intenta trabajar con ellas. La fisioterapeuta pasa, entonces, a trabajar las piernas para volver, al rato, a probar con las manos de Luís. Éste vuelve a tratar de evitar a la fisioterapeuta, pero ella le sujeta las manos y se las pone sobre la camilla, a los lados del cuerpo.

Luís, con gesto de dolor: “¡Me haces daño!”.

La fisioterapeuta empieza a trabajar con la mano derecha de Luís, tratando de relajar el agarrotamiento que tiene. Luís levanta su mano izquierda pero, en el momento en el que quiere apartar las manos de la mujer, ésta vuelve a colocársela sobre la camilla con un gesto algo brusco.

Mientras la fisioterapeuta sigue con los ejercicios, ahora con una pelota, Luís descarga su cabreo sobre ella.

Luís, alzando la voz: “¿De qué vas, cabrona?, ¡No me toques! Muy dura tú con esas gafas negras que llevas… ¿Qué pasa, tienes los ojos torcidos? ¡Suéltame… suéltame, coño!”.

Luís forcejea, revolviéndose en la cama, pero la fisioterapeuta lo vuelve a colocar en su sitio, con firmeza.

Las siguientes imágenes nos muestran otro momento en el que el auxiliar ha dejado a Luís en la sala de la consulta de fisioterapia y se despide de él, llevándose la silla de ruedas.

Auxiliar: “¡Hasta luego, Luís!”.

Luís le dedica un feo gesto, alzando su mano y levantando, únicamente, el dedo corazón. El auxiliar sonríe.

Auxiliar: “¡Ves como cuando quieres puedes moverte!”.

El auxiliar sale de la sala, quedando sólo Luís. En ese momento entra la fisioterapeuta de las gafas oscuras, recorriendo con sus manos, el hombro y el brazo de Luís, hasta llegar a las manos. Bajo la atenta mirada de Luís, la mujer inicia los ejercicios de rehabilitación, poniéndole una pelota en la mano izquierda.

Mientras se vuelve a oír una música de piano, una imagen en cámara lenta nos muestra cómo Luís deja caer su brazo hasta la camilla, soltando la pelota, que rueda hasta caer al suelo.

La siguiente imagen nos muestra a Luís con mucho mejor aspecto. Ya ha pasado algo de tiempo y está más recuperado. Aparece echado en la camilla, con sus gafas y jugando a lanzar la pelota de los ejercicios de rehabilitación entre sus manos.
 
Aparece el auxiliar, que se acerca a la cama. Luís le pregunta por la fisioterapeuta.

Luís, con cara de extrañeza: “¿Y Clara?”.

Vemos un fundido a blanco.

Las siguientes imágenes muestran a Luís, lanzando la pelota contra la pared de su habitación para recogerla después, una y otra vez. Volvemos a oír la música del piano y vemos a Luís serio, algo triste. Deja de jugar con la pelota y se dirige con su silla de ruedas hacia la puerta. Sale de la habitación y le vemos recorriendo el pasillo.

Cambia la imagen y vemos a un grupo de auxiliares, entre los que está el hombre que siempre ha acompañado a Luís y otras dos mujeres, hablando entre ellos.

Una de las mujeres está diciendo: “Cómo no me van a pagar los días que me deben Me voy el fin de semana a Benidorm porque ya estoy harta… ”.

Luís pasa, en la silla, frente a los auxiliares y frente a unas personas que esperan sentadas en unas sillas.

La siguiente imagen nos muestra a una persona leyendo un libro en Braille.

Volvemos a ver a Luís, que ha ido en la silla hasta la sala de fisioterapia. Abre la puerta de un despacho y saluda a la fisioterapeuta.

Luís, con una sonrisa: “¡Hola, Clara!”.

Clara, siempre con sus gafas oscuras, es la persona que leía el libro en Braille. Mientras lee, Luís sigue hablándole.

Luís, ahora emocionado y con la voz algo entrecortada: “Clara, ya sé que he sido un hijo de puta, pero quería decirte…”.

Clara no responde ni se inmuta ante las palabras de Luís. Éste se acerca hacia la mesa en la que está leyendo la fisioterapeuta.

Luís: “¡Clara! Debe ser muy interesante lo que lees…”.

Muy cerca de Clara, Luís la observa mientras lee y, al final, pone su mano sobre el hombro de ella. En ese momento, Clara se gira y le coge de las manos.

Luís: “¡Clara!”.

Clara recorre los brazos de Luís, reconociéndole. Al final, se dirige a él en lengua de signos.

Clara: “Hola, Luís, ¿cómo estás?”.

Luís, visiblemente emocionado, por fin entiende que Clara es una persona Sordociega.

El corto acaba con un fundido a negro y un texto a modo de epílogo.

Epílogo: “Clara Mª Victoria es Sordociega total. Nació sorda. A los 13 años se quedó ciega y ese suceso sí que marcó su vida. Poco a poco comprendió que, aún siendo ciega, podía hacer muchas cosas: seguir estudiando, ser útil a los demás, leer y ampliar su vocabulario lo más posible, y también aspirar, por qué no, a un puesto de trabajo que le hiciera sentirse realizada”.