32. Telemadrid: Al borde de la ceguera. Rosana Sordociega



Mientras se escucha una música de piano (que acompañará a las imágenes hasta el final), el vídeo empieza con unas imágenes de un niño hojeando las páginas de un libro que contiene diferentes dibujos de objetos (como un extintor, una excavadora, un taxi) junto a su nombre correspondiente. Una mujer, a la que la voz del narrador identifica como Rosana, la madre, entra en la habitación del niño y, juntos, comentan algunos de los dibujos del libro.

Hablan en lengua de signos, pero unos subtítulos interpretan su conversación. Vemos a Rosana señalar el dibujo de un instrumento musical, el niño lo identifica como un saxofón y empieza a tocar un saxofón imaginario mientras que, con la boca, trata de imitar el sonido. El siguiente dibujo es de un coche, el niño deletrea “T-A-X-I”, pero no sabe lo que es, así que Rosana se lo explica: “…lo paran, la gente se sube. Conducen. Si el metro se rompe o pasa algo, paras un taxi. Conducen rápido y llegas a tiempo”. Mientras madre e hijo conversan, el narrador nos cuenta que Rosana tiene un problema visual que empeora con el tiempo y que, no puede servirse del oído puesto que nació sorda, como sus hijos. Cuando era joven, le diagnosticaron el “Síndrome de Usher”, la enfermedad de los sordociegos.

Cambia ahora la escena. Vemos a Rosana sentada en un sofá, a su lado se encuentra una guía-intérprete. Mientras Rosana nos cuenta su experiencia, aparece un rótulo que la identifica como “Rosana Rodrigo. Afectada de Síndrome de Usher”. Rosana recuerda cuando le hicieron unas pruebas de campo visual y le diagnosticaron el Síndrome de Usher (cuyo signo se hace utilizando las letras “S” y “U” del alfabeto dactilológico. En el lateral de la cara, a la altura del pómulo, se marca la “S” y, seguidamente, la “U”). Esta noticia le hizo entrar en una gran depresión y, al principio, le costó compartirla con su entorno más cercano. Llegó a preguntar si podía perder completamente la visión y le dijeron que la enfermedad era progresiva y que podía desarrollarse a muy largo plazo, para ello le dieron una medicación que ha de tomar de por vida.

Volvemos a ver la habitación del hijo. Mientras éste se divierte con sus juguetes, su madre le advierte que no pierda las piezas y le anima cuando escoge las adecuadas. Seguimos escuchando a Rosana, por voz de la guía-intérprete, contando su etapa de la E.G.B., en la que estudió con compañeros sordos hasta octavo curso.

De nuevo en el sofá, Rosana continúa diciendo que cuando acabó la E.G.B., estaba muy animada para continuar con el B.U.P., pero sus padres le insistieron de las dificultades que tendría por sus problemas visuales.

Vemos ahora a Rosana sentada frente a un ordenador portátil, en el que vemos que utiliza algunas opciones de accesibilidad como el cambio de contraste (fondo negro, letras claras) o la utilización de un cursor muy llamativo y grande (en forma de espiral) que le permite seguirlo con mayor facilidad mientras lo desplaza por el escritorio. En un momento, con un plano subjetivo, la cámara trata de mostrarnos cómo es la visión de Rosana cuando trabaja con el cursor del ratón, con algo de visión en la zona central mientras el resto esta oscuro. La voz del narrador dice que Rosana no pudo compaginar el trabajo con los estudio, aunque sí ha llegado a minimizar los efectos de su doble discapacidad.

Otra vez en el sofá, junto a la guía-intérprete, Rosana cuenta lo mucho que se esforzaba para comunicarse con los compañeros de su antigua empresa. Utilizaba un cuaderno que siempre llevaba encima para escribir lo que quería decir. También intentó que sus compañeros aprendieran lengua de signos, porque le resultaba muy difícil hacer la lectura labial, una simple cuestión de respeto.

Mientras sigue explicando partes de su experiencia, se intercalan imágenes en las que la vemos en la cocina, sacando alimentos de la nevera. Aquí volvemos a ver, brevemente, otro plano subjetivo nos muestra lo que estaría viendo ella. Rosana comenta que tiene las diferentes zonas de la nevera clasificadas para los distintos alimentos y que todo el mundo en su casa respeta esa distribución. Mientras escuchamos esto que nos dice, vemos una conversación de Rosana con su hija a la vez que, los subtítulos, nos dicen que están hablando sobre cómo le pide Rosana a la niña que ponga la mesa. Ambas preparan la comida, vemos a la hija cortando algunos ingredientes o acercándole a su madre otros que ella le pide mientras controla cómo se van cocinando las distintas cosas. Rosana continúa recordando cuando sus hijos eran más pequeños y se enfadaban porque no entendían que ella les pidiera que hablasen más despacio. Sus hijos pensaban que Rosana era una persona sorda igual que el resto que ellos conocían, pero ella les trataba de explicar que no era así, que si hablaban muy rápido perdía parte de la información y no llegaba a entender lo que decían.

Por última vez, volvemos a ver a Rosana en el sofá, siguiendo con lo que decía antes. Así, comenta que les decía a sus hijos que, cuando hablaran con su padre, lo podían hacer tan rápido como quisieran pero que, al hacerlo con ella, por los problemas de visión, tenían que hacerlo más despacio. Después, se produce un corte y se acaba el vídeo.
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